Ojalá no hubiese salido nunca de Venezuela, a veces se me cruza con frecuencia ese pensamiento. Haberme quedado ignorante, sí ignorante. Ignorar otras realidades, culturas, personas, y gastronomías. No saber nada, porque este encierro que vivo a diario en el país, sólo me oprime el corazón, me angustia y entristece. ¿Cuándo podré subir nuevamente a un avión? Sentir el cosquilleo que recorría mi cuerpo cuando iba bajando en un taxi al aeropuerto Internacional de Maiquetía. ¿Y si más nunca podrá ser?
Un viaje enriquece tanto la vida y el entorno de una persona. Una calle, un carro, un restaurant, un postre, una canción, una fotografía. Tantas cosas de otros países que le aportan nuevos sentidos a lo que eres o sueñas ser. Y tuve que bajar la santamaría ante todo eso (por obligación). Renunciar, pues.
Quiero muchas cosas...una casa, un carro, un perro, y al principio y final de cada día alguien a mi lado para compartir todo eso. Pero el día que parta de éste mundo por mucho amor y devoción que sienta ante lo ya mencionado, no podré llevarme eso a la tumba. Sólo podré llevarme el recuerdo de lo vivido, es lo único que nada ni nadie podrá quitarme.
Y aunque no comparto la idea de tomarse una fotografía con el famoso rayado de Cruz-Diez, sí sueño con transitarlo muchas veces. Que ese ritmo cromático me haga sentir la emoción de salir y regresar nuevamente a casa.
*La fotografía no es mía, la tomé de Google imágenes.
No es para siempre Helen!! Por muy feo que se vea el panorama, te lo juro que no es para siempre! Ánimoque mientras se respira, siempre se puede hacer algo! Besos!
ResponderEliminar